sábado, 20 de julio de 2013

Tailandia, el país de la sonrisa (Parte 1)

Una de las aventuras menos esperadas se presentó hace un par de meses sin jamás haber soñado hacer un viaje así en este momento de mi vida, ya sea por los tiempos, por la planificación o por simplemente seguir postergando cosas. El título de este post va más allá de una descripción mundialmente conocida, es que además de esa permanente expresión en los rostros de los habitantes de Tailandia y el sólo hecho de ponerme a recordar anécdotas e imágenes de este increíble lugar me dibuja una gran sonrisa en mi rostro dejando atrás todos aquellos problemas que hoy pudiera tener en mi vida cotidiana.
Comenzaba 2013, un año largo ya pesaba sobre mis hombros y la maravillosa palabra “vacaciones” comenzaba a rebotar en mi cabeza. Pero, ¿hacia dónde partir?. La playa, el sol y el mar suenan tentadores pero siempre falta algo si dejamos de lado la cultura, las costumbres y las rutas de un nuevo lugar que vamos a conocer. Tras evaluar en primera instancia un viaje a México, a la Rivera Maya, decidimos descartarlo debido al altísimo precio del aéreo de LAN. Fue así que tras haber mantenido una conversación con mi compañero meses atrás sobre Asia, los viajeros que van a India y al resto de los países del Sudeste nos preguntamos, ¿Y por qué no viajar ahora?.

Oportunamente, AirFrance lanzó una promoción Buenos Aires – Bangkok y lo interpretamos como una señal. De esta manera, nos embarcamos en un viaje inolvidable y que todo mochilero debería hacer una vez en su vida. Es importante una buena preparación antes de viajar: vacunas, remedios y mucha lectura e información (Quisiera agradecer a Pol, del blog MundoNómada, quien fue de gran ayuda para organizar este viaje).

Partí rumbo a París por AirFrance con sensaciones encontradas, ya que jamás había conocido Europa y es un gran sueño pendiente, pero en esta oportunidad me tendría que conformar con mirar la emblemática ciudad desde los cielos. El Charles deGaulle es impactante, cuenta con trenes internos entre terminales, orden y seriedad en todos sus operadores. Luego de una breve escala y tras de casi 12 horas de viaje volvíamos a subirnos a la aeronave rumbo a Bangkok, la primera parada de la experiencia asiática.

BANGKOK, LA CIUDAD DEL PECADO

“Bangkok, uffffffffff”, esa es la primera expresión que sale de la boca de cualquier viajero que arriba a una de las ciudades más importantes de la región como Bangkok y que sirve de escala para casi cualquier destino del Sudeste asiático. Arribamos a las 6 30 am. y el impacto fue tremendo. Casi 29 de grados de calor envolvían al Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi, sumado a infinidad de personas de distintas razas, religiones y costumbres que transitan pasarelas automáticas para recorrer enormes distancias hacia el baggage claim y las respectivas aduanas. Por suerte, no se debe tramitar visa para viajar desde Argentina sin embargo si es necesario presentar el carnet de vacunación de la fiebre amarilla, ya que Sudamérica es considerada en su mayoría como zona endémica.

Tras hacer todo lo requerido por las autoridades aeroportuarias, quienes son muy amistosos y serviciales como la mayoría de los Thais, nos dirigimos hasta la estación interna del Skytrain (ver mapa aquí) que te lleva hasta el centro de la capital de Tailandia desde donde en Taxi arribaríamos a la calle más famosa del mundo entre los mochileros, Khao San Road.

A pocos metros de Khao San se encuentra la calle Rambuttri que cuenta con unos de los mejores lugares en los que me alojado como mochilero, el Rambuttri Village Inn, uno de los pocos hoteles en la zona que cuenta con piscina en la terraza (algo que con las altísimas temperaturas de Bangkok se transforma en indispensable, junto al aire acondicionado).

 Tras una frenética llegada nos dirigimos a conocer un poco los lugares más emblemáticos de Bangkok, así que empezamos a caminar hacia la orilla del río Chao Phraya que atraviesa la ciudad de allí pasando por el museo nacional y el gran parque Sanam Luang hasta llegar al Gran Palacio. Este complejo de edificios, que sirvió como residencia oficial del rey de Tailandia desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX, es una visita obligada para cualquier viajero que pase por Bangkok. Además de ser un lugar increíble desde el punto de vista arquitectónico con obras como el Chakri Mahaprasad Hall, cuenta con el Wat Phra Kaew alberga la figura del Buda Esmeralda la imagen de buda más sagrada y venerada del país. La entrada al Gran Palacio es la más cara de todas las que pagaran en Tailandia, pero es un lugar único y bien vale la pena el esfuerzo.

Un consejo para aquellos que nunca viajaron a la región, en la temporada seca de Tailandia el calor puede ser muy complicado, por lo tanto deberán tomar los recaudos necesarios en cuanto a los horarios, hidratación y caminatas. Además, por una cuestión cultural y de respeto no se permite la entrada en shorts o musculosas a los templos por lo que siempre se debe llevar una pequeña muda en la mochila además de la cámara de fotos. Tanta caminata y horas vuelo nos llevaron a un descanso obligado para prepararnos para la noche.

Cuando hablamos de ciudad del pecado se debe a que por las noches Bangkok parece ofrecerle al turista extranjero un menú para elegir de que manera morir, pero de fiesta. Tal como lo muestra la película “Qué paso ayer? 2”, la noche Thai puede ser muy descontrolada si uno no pone límites, desde los Tuk Tuk´s (mototaxis) que ofrecen drogas en las esquinas, pasando por jóvenes con menús de shows de sexo acompañados por un descriptivo sonido emitido con la boca que emula el Ping Pong Show, algo que elegí no ver pero que se imaginan que puede salir del mix de una señorita de la noche y una pelota de ping pong.
Khao San Road de noche se transforma en verdadero caos, como lo es Tailandia durante el día. Un espacio lleno de vida, música a todo volumen, puestos de ropa falsificada y souvenirs, stands de comidas orientales y las famosas bandejas de insectos comestibles que incluyen una variedad de escorpiones, cucarachas, gusanos y otras delicatessen.  A medida que avanza el reloj la cosa se descontrola aún más y empiezan a aparecer cada vez más cerveza, las discos que se encuentran en pequeños callejones comienzan a tomar color y la fiesta se empieza a armar en las calles. Bangkok no duerme, esto ocurre todos los días de la semana y hasta altas horas de la madrugada cuando la Policía local cierra los festejos.
 
Ahora, si buscas algo más tranquilo se puede disfrutar de unos buenos cócteles y una Shisha de tabaco frutado muy bien preparada por los birmanos de la calle Rambuttri. Allí, la brisa es más fresca, la música más tranquila y la atmósfera más alejada de europeos veinteañeros. Otra de las actividades nocturnas más destacadas es la visita a los “roof top bars”, ubicados en los edificios más altos de la ciudad Ver Los 6 mejores bares y restaurantes con vistas de Bangkok. Les recomiendo el Vertigo, en el Hotel Banyan Tree para disfrutar de un mojito con las mejores vistas del lugar.
Otro paseo imperdible es conocer los barrios típicos de la ciudad. Tras un segundo día muy movido, de muchas horas de caminata y calor insoportable tomamos un taxi hacia Chinatown, el famoso barrio chino de la ciudad ideal para degustar platos en puestos callejeros. El sólo hecho de ver el comportamiento de los chinos empieza a darnos pautas de que a pesar de que para los occidentales sean todos iguales, los asiáticos son muy diferentes entre sí. El caminar por sus estrechas calles, con olores, sonidos y luces de todo tipo, es un estimulo a todo tipo de sensaciones; ver los platos que se ofrecen en los locales como sopas de aleta de tiburón, de nido de golondrina o los snacks elaborados a base de hipocampos te hace sentir muy lejos de casa.
Por otro lado, a todo viajero le atrae son las compras, ya sea de pequeños recuerdos o artículos de electrónica que jamás podríamos comprar en casa. Personalmente no encontré en Bangkok lo que buscaba, a pesar de la enorme oferta de shoppings que son una atracción turística en sí mismos, como el MBK (un centro comercial que mezcla iphones, tecnología 3d, con pescado frito y peleas de Muay Thai), los precios no me parecieron accesibles sobre todo teniendo en cuenta los impuestos a pagar al regresar a la Argentina y la posibilidad de ser engañado y que tu nuevo dispositivo de última generación no funcione.
Una última recomendación acerca de Bangkok, ¡mucho cuidado con los engaños!. A pesar de que uno lee innumerables guías, posts y consejos nadie está exento de ser timado por un tailandés. Esto puede variar desde el precio de un taxi (siempre exigir el taxímetro y no arreglar tarifas); la compra de una artículo electrónico de imitación; un paseo interminable por las calles de la ciudad en Tuk Tuk (que puede describirse como un secuestro express que lo lleva a conocer todas las tiendas de joyas y trajes de la ciudad y que sólo se termina increpando al motorista de mala manera para que los deje bajarse). Por último y la más novedosa, y de la cual fui víctima es la “buena predisposición de la gente” con los turistas que involucra una pseudomafia de "satélites" que se hacen pasar por maestros, empresarios honestos que dan consejos a quienes ven con un mapa, este grupo está dirigido por una agencia oficial de turismo del Reino de Tailandia. ¡Si, increíble pero real! Gente coordinada entre sí, que en distintos puntos de la ciudad te iba guiando hacia la trampa final de reservar hoteles, pasajes o tours en distintos puntos del país. Lo peor de todo es que el servicio terminaría siendo excelente, pero el modo de captar clientes podría llevarte a la cárcel en cualquier país del mundo occidental. El consejo es: No cambien sus planes, aunque les aseguren de que no conseguirán lo que estaban buscando. En Tailandia con dinero y regateo, todo, absolutamente todo se consigue.

Es probable que alguien que emprenda un viaje por el Sudeste asiático pase más de una vez por la capital de Tailandia, lo cual es una muy buena oportunidad para hacer lo que nos quedó pendiente ya que esta gran metrópoli nos ofrece infinidad de posibilidades para disfrutar. El hecho de ser un lugar que genera sentimientos encontrados, muchos la odian y muchos la aman, da la pauta de que es una ciudad con impronta para marcar cualquier viaje y que sin dudas debemos visitar.


AYUTTHAYA, LA ANTIGUA CAPITAL DEL REINO DEL SIAM
Esta ciudad de Tailandia fue uno de los lugares que más me impacto al llegar, es que allí residen los restos de la antigua capital del reino del Siam la cual fue saqueada y destruida por los birmanos y que hoy es uno de los conjuntos de ruinas más grandes del sudeste asiático sacando Angkor Wat en Camboya. Las ruinas de Ayyuthaya fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1991.
 
Ya en nuestro segundo día en el país partimos en una mini van desde el Victory Monument en Bangkok y tras una hora y media llegamos al lugar, allí negociamos con un Tuk Tuk para que durante 2 horas nos llevara a recorrer los principales templos, palacios, y ruinas del lugar. Los conductores de este tipo de transporte fuera de Bangkok son personas honestas y hacen que la mototaxi sea una manera económica, fresca y divertida para viajar. Así comenzamos a rodar por el gran parque que alberga todas las maravillas de Ayuttahaya ubicada dentro de una pequeña isla rodeada por agua, una visita ideal para hacer en el día ya que está a 85 km de Bangkok.
En su mayoría son ruinas de gran cantidad de años, por lo que el tema de la vestimenta no es un gran problema. Sin embargo es fundamental que los visitantes se comporten de manera respetuosa para no ofender a todas las personas que practican el budismo y que asisten al lugar con fines religiosos y no de paseo.
Los lugares más destacados son:
Wat Yai Chaya Mongkol: la estampa típica de Ayutthaya, arquitectura con forma de estupas o chedis y cientos de estatuas de buda vestidas con túnicas amarillas.
Wat Maha That: la escultura de la cabeza de buda entre las ramas de los árboles, una de las imágenes más famosas de Ayutthaya.
Viharn Phra Mongkol Bophit: una copia del Gran Palacio de Bangkok que alberga una enorme escultura de buda, de las más grandes de Tailandia.
Wat Lokayasutharam: una inmensa escultura de un buda reclinado al estilo Wat Pho, el buda reclinado de la ciudad de Bangkok.

Wat Ratchaburana: el monumento a la lucha por el trono del reino de Siam, levantado en el mismo lugar donde murieron sus contendientes.

Wat Phra Si Sanphet: imponentes estupas o chedis que contienen las cenizas de varios reyes de Siam.
Sin dudas, Ayyuthaya es una oportunidad única para sumergirse en la cultura y la historia de Tailandia sobre todo para aquellos que no visiten la parte norte del país. Allí uno puede apreciar la importancia y que para sus habitantes la cultura local más allá de la religión, sino basándose en el respeto y la libertad de cada persona.
Tras intensas horas de caminata y recorrido regresamos felices a Bangkok directo a la pileta ubicada en la terraza del hotel para relajarse con un atardecer espléndido sobre una de las urbes más congestionadas del mundo pero que después de todo termina teniendo un encanto especial para cada viajero que por allí transita.
Esta fue la primera parte de una gran aventura que recién comienza. Hacé click aquí para ver las segunda parte de Tailandia, el país de la sonrisa, una nueva entrega con todo lo vivido en el norte del país: Chiang Mai, Chiang Rai y el Mae Ho Song,