domingo, 15 de septiembre de 2013

Tailandia, el país de la sonrisa (Parte 3)

Llegamos a la última y esperada parte de este relato de viajes. Tras arduas semanas de recorrer, viajar y experimentar, nos dirigimos a las playas del sur de Tailandia que decían ser unas de las más increíbles del planeta.

Luego de nuestro paso por el país vecino de Laos durante algunos días y una buena despedida nocturna en su capital Vientianne regresemos al país de la sonrisa con todas las expectativas de relajarnos en sus cristalinas aguas. Sin embargo, faltaba un largo trayecto ya que debíamos arribar al Aeropuerto Internacional Suvarnabhumi hacer migraciones y de alguna manera en 3 horas trasladarnos hasta el otro aeropuerto de Bangkok, Don Muang. La buena noticia es que Tailandia está tan preparada para recibir viajeros de todo el mundo que con sólo mostrar tu Boarding Pass el estado te provee de un transfer gratuito en bus.

PHUKET, PARADA “OBLIGADA”
Tras un largo y cansador día de viaje arribamos a Phuket, una enorme isla al sur del país que se convierte en
una parada obligada antes de viajar a las paradisiacas Islas de Ko Phi Phi. A Phuket arribábamos con un voucher de hotel y Ferry, producto de haber sido secuestrados por una agencia de turismo durante los primeros días del viaje, pero que hasta el momento habían cumplido con todas sus promesas. Nos alojamos una noche en el hotel AtHome 2 para partir hacia el muelle al día siguiente con destino a Phi Phi.

Al descender del avión uno ya percibe una gran diferencia con el resto de Tailandia y sobre todo con el norte del país. En primer lugar, existe una diferencia cultural importante y es que uno puede ver que muchos de los habitantes en esta zona son descendientes de hindúes o malayos, y además el Budismo deja de ser protagonista absoluto del paisaje para ceder espacio al Islam y al Hinduismo. Uno empieza a ver mujeres con sus cabezas cubiertas, tuk tuks y taxistas menos amistosos y más demandantes -si se puede decir así- y hasta eventualmente escuchar el llamado de alguna mezquita local por alto parlante. En segundo lugar, Phuket está invadido por turistas, en su mayoría proveniente de las frías tierras de Rusia que llegan a este paraíso asiático con muchos dólares y mucha prepotencia, pudiendo obtener absolutamente lo que deseen a cambio de dinero desde alquilar una motocicleta Ducati, disparar un ametralladora AK-47, sacarse fotos con un mono y cosas que, por buen gusto, evitaré enumerar.

Phuket es tal vez mucho peor que Bangkok -lo cual es bastante grave- en materia de prostitución, descontrol y oferta desmedida de drogas y otros entretenimientos prohibidos. El máximo exponente de lo que describo es el famoso Bangla Rd, una extensa y ancha calle repleta de bares sin puertas con mesas que dan al exterior. La particularidad es que sobre las mesas bailan mujeres semidesnudas, que piden dinero a cambio de sexo y que acosan a cualquiera que transite con bermudas y look no oriental. Al mismo tiempo juegan inocentes juegos, como el del martillo y el clavo, con señores barrigones muy jocosos. Otra particularidad de Phuket es la innumerable e indistinguible cantidad de ladyboys (transexuales) que caminan por sus calles, mucho cuidado para aquellos que tomen un poco de más ya que es muy fácil confundirse en la noche. Las tiendas de masajes son otro clásico del lugar, de día parecen pequeños centros de estética pero de noche las masajitas comienzan a presentarse de otra manera y ofrecen a los gritos “masajes con final feliz”.

Sacando el entretenimiento nocturno Phuket cuenta con hermosas playas para disfrutar durante el día. Tal vez la más popular sea Patong Beach, pero su cercanía a Bangla Rd. la convierte en un lugar excesivamente poblado y sucio. Sin embargo, existen otras alternativas como Karon Beach, a la que se accede tomando una moto taxi que, con regateo incluído, te llevará por algo así como 100 bahts. 

Los precios en Phuket son extremadamente altos, nada es accesible por lo que el lugar invita a huir lo antes posible para quienes viajamos con un presupuesto apretado. Lamentablemente, mi compañero de viaje había sufrido un accidente importante en un falange de su mano derecha es su paso por Laos, esta situación nos obligó a pasar más de una día en este lugar y conocer dos hospitales pero a esta anécdota la dejaré para cuando escriba el relato de viajes sobre Laos.

KO PHI PHI, “LA PLAYA”
Las islas de Ko Phi Phi, la grande Ko Phi Phi Don (Ver mapa) y la pequeña Ko Phi Phi Lee, son conocidas en todo el mundo como un paraíso terrenal. Al punto que el Director de cine Danny Boyle decidió homenajear a este lugar en la película la playa que tiene a Leonardo Di Caprio como protagonista, el film trata de un joven viajero que encuentra el lugar perfecto en el mundo en lo que hoy se conoce como Maya Bay adonde convive con un grupo de jóvenes de todo el planeta en una comunidad única en su tipo.


Al margen de la película, Phi Phi es realmente un paraíso. Cabe aclarar que repleto de turistas, en su gran mayoría australianos y escandinavos, algo que ya se podía percibir al momento de abordar el Ferry en Phuket ya que no había muchos Thais rumbo a las islas. La atmósfera de las islas del sur de Tailandia es de fiesta y con un target de entre 19 y 25 años, con salidas nocturnas similares al Spring Break americano. Para serles sincero tras viajar tantos días y de manera tan frenética tal vez no sea el lugar ideal para descansar, existen opciones más acordes para quienes busquen paz como la isla de Ko Lanta, de menos renombre pero aparentemente igual de fantástica a nivel geográfico.

Sin embargo Phi Phi no llega a convertirse en el gran descontrol que es la otra costa opuesta al Mar de Andaman, con las islas de Ko Samui y la célebre Ko Phangan, anfitriona de la Full Moon Party tal vez una de las juergas más grandes que existan en una playa.

Ko Phi Phi combina la tranquilidad durante el día y la locura durante la noche, por suerte como los jóvenes europeos cometen excesos en demasía uno no encuentra playas repletas de personas durante el día. Yo les recomiendo Long Beach, a 40 minutos aproximadamente del centro del pueblo y que tal vez sea el lugar más tranquilo para relajarse y disfrutar de un excelente día de playa.

Por las noches se comienza por caminar por sus estrechas calles, salir a comer algo en los distintos restaurantes o puestos de comida callejera, tomar alguna cerveza y pasar por el Slinky Bar por las noches para disfrutar de una fiesta adonde podés saltar una soga con fuego o atravesar aros en plena en la plena combustión al ritmo de una música electrónica a todo volumen. En la playa es muy común disfrutar de esta fiesta acompañándolo de Buckets (pequeños baldes de juegos de arena para niños, pero repletos con vodka, ron, red bull y gaseosa) o inclusive hasta el “Gas de la risa”, en un pequeño puesto que vende globos rellenos de helio para el entretenimiento de los turistas. Como les describía más arriba, el entretenimiento se engloba dentro del estereotipo anglosajón con mucha bebida y juegos que pueden hacer que uno termine en el hospital por distintas causas.

La vida en Phi Phi se vive sin preocupaciones. La actividad comienza muy temprano por las mañanas y termina tarde por las noches, desde mercados de comidas hasta locales de tatuajes al estilo Thai, con caña de bamboo se encuentran abiertos para satisfacer las necesidades de los clientes. Tal vez una de las pocas actividades que requieran de cierta planificación sean los tours que salen desde la Isla principal.

Nosotros optamos por una de las más simples, visitar Phi Phi Lee, Maya Bay y Monkey Beach. Desde el muelle principal partimos en un Longtail Boat -el típico barco Thai, de madera y con flores, que es la embarcación básica que utilizan los pescadores de la zona- con otro grupos de personas. En un día de un mar bastante movido cruzamos hacia el otro extremo para pasar por las cuevas de los piratas de Andaman, cuya principal actividad consiste en recolectar nidos de golondrina. Este producto es muy cotizado en el mercado asiático de manera que los piratas llegan a defender el botín a punta de pistola. Continuamos nuestro recorrido para parar en un arrecife de coral, de allí saltar al agua y disfrutar de las maravillas de un mar cristalino y lleno de riquezas.

Finalmente llegamos a Maya Bay, ingresando por el otro extremo no por la misma playa. Esto implicó saltar al agua en medio de corales que hacían difícil llegar hasta una escalera que permitía subir un pequeño acantilado. Tras este pequeño escollo caminamos por el ingreso al parque nacional, desde allí caminamos pocos metros por un sendero repleto de vegetación y, por el mismo lugar que accediera Di Caprio en la película, salimos a la tan esperada playa. Geográficamente impactante, Maya Bay es tal vez uno de los lugares más mágicos de la tierra. Turísticamente abusada, no hay casi espacio para relajarse ya que está repleta de embarcaciones ancladas en sus playas con guías gritando los nombres de la agencia terminan de tirar la ilusión por el piso.

Abandonamos la isla y volvimos a cruzar hacia la isla mayor adonde nos esperaba Monkey Beach. Esta pequeña playa se encuentra repleta de monos, como el resto de la isla pero aquí están de manera permanente esperando que los visitantes les lleven frutas para disfrutar. Los pequeños son bastante agresivos, así que recomiendo no acercarse mucho para tomarse fotografías y mucho menos osar agarrarlos.

Esta excursión es algo que ningún visitante puede dejar de hacer y considerando que todo cuesta 400 Baht por persona con almuerzo incluido, sin dudas sería una pena obviarlo. Además se pueden hacer tours de pesca, Cliff jumping, snorkeling nocturno en zonas de plancton y hasta dormir en un embarcación para disfrutar del atardecer en Maya Bay que deja de recibir tours de un día a las 17 hs.

Un dato importante que no mencione es que tanto Phuket como Ko Phi Phi fueron azotadas por el Tsunami de 2004 con más de 220.000 víctimas en toda la región. De manera que es muy común observar que Tailandia, a diferencia de aquel momento, cuenta con un plan de escape ante una alerta de Tsunami con rutas delimitadas y procedimientos a seguir.

Tras disfrutar del relax y sin pensar tanto en que hacer al día siguiente disfrutamos de nuestros últimos días en el continente asiático, un lugar de la tierra fascinante y que sin dudas me gustaría volver a visitar para conocer países como Vietnam, Malasia, Signapur, Indonesia y tal vez China, por qué no.

Regresamos rumbo a Bangkok para aclimatarnos previo a nuestro regreso de más de 30 hs. en avión y allí pudimos recapitular todo lo que habíamos vivido. Conocimos una nueva cultura, totalmente diferente a lo que los occidentales transitamos y luego de 24 días comenzamos a comprender la razón por la cual los asiáticos encaran sus vidas de una manera muy diferente y tal vez más razonable que nosotros; encontramos sociedades que nos recibieron con los brazos abiertos, que siempre se mostraron amables y felices de que visitáramos sus tierras; tuvimos que superar obstáculos importantes con situaciones extremas en un país en el que “nadie te entiende” y menos siendo un argentino; pudimos observar y fotografiar paisajes y momentos únicos e irrepetibles que quedarán en nuestras mentes para siempre.

Encontrá el relato completo del viaje haciendo click aquí para ver la primera parte de Tailandia, el país de la sonrisa.

Creo que este es el post de viajes más largo que me ha tocado escribir hasta la fecha, tal vez acorde al viaje más importante de mi vida como mochilero y mi reflexión es que viajar nunca dejará de ser una meta para mí. Los viajes te enriquecen como persona, te enseñan y te permiten pararte de manera diferente ante la vida sea cual sea el lugar adonde residas. ¿Giramundo se nace? Yo creo que no, que por el contrario se hace y la clave está en animarse a salir de nuestras pequeñas burbujas cotidianas para descubrir que existen otras realidades y otras historias más allá de la rutina. ¡Hasta la próxima!.