Un territorio de gran riqueza natural que cuenta con una geografía que permite a cualquier viajero experimentar las sensaciones que transmiten el bosque, la playa, el desierto y también grandes ciudades cosmopolitas como su capital Auckland City.
Desde mi experiencia, tras haber vivido un año en aquel país en 2003, quiero compartir con todos los lectores un resumen de lo que ningún extranjero puede dejar de conocer de esta joya de Oceanía.
¿Cómo llegar?
Algo que hace de este destino muy atractivo es que está ubicado del otro lado del planeta literalmente, por lo que muchas veces desconocemos en que aventura nos estaríamos embarcando. Desde Argentina se puede viajar a través de Aerolíneas Argentinas partiendo desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza en el vuelo transpolar, una experiencia diferente que permite observar el resplandor del inmenso bloque antártico en medio de la noche. El precio de estos pasajes es bastante elevado, por lo que se convierte en un freno para muchos de los curiosos que consideran a Nueva Zelanda como un destino para sus vacaciones.
Pero a no desesperar!!! Este país nos ofrece una gran variedad de opciones una vez que aterrizamos. Transporte interno, alojamiento, actividades, alimentación, etc. pueden ser muy económicos si investigamos un poco antes de emprender el viaje. (*Mapa Nueva Zelanda aquí)
Incluso existe una opción que nuclea todos estos ítems y esa es el alquiler de una camper van o casa rodante. Las islas están preparadas para este tipo de turismo ya que cuentan con rutas en excelente estado y campings con instalaciones adecuadas para este tipo de vehículos, que serán indicadas por la empresa de alquiler. Al moverse en una camper el tema de la comida pasa a segundo plano ya que poseen cocina, microondas y heladera. Sólo se necesita proveerse de víveres en las distintas cadenas de supermercados o dairy shops que encontrarán a lo largo del camino.
Cultura Ancestral
Nueva Zelanda es reconocida alrededor del mundo por su equipo de rugby. Más allá de su juego veloz y grandes victorias, los All Blacks atrapan a los fanáticos cuando, a modo de ritual, realizan una danza de guerra conocida como “Kapa Haka”. Este es uno de los aspectos más simbólicos de los maoríes, habitantes originarios de estas islas del Pacífico Sur que en el Siglo XVI el capitán británico James Cook terminaría por anexar al poderoso imperio anglosajón.
El turista que arriba al aeropuerto internacional de Auckland notará al instante la fuerte presencia de la cultura, con frases de bienvenida como “Kia Ora”, música típica y, como en casi cualquier aeropuerto del mundo, merchandising y objetos característicos del destino.
Sin embargo, el día a día marca otra tendencia. El maorí típico de Siglo XXI es mucho más parecido a un norteamericano que a un habitante isleño. Desde su hiperconsumismo hasta su pasión por la comida rápida de las cadenas Mc Donalds, KFC y el más autóctono Fish and Chips (Pescado y papás fritas), que se puede conseguir en casi cada esquina de los diferentes poblados.
Por lo que más allá de cruzarse por las calles con algún ciudadano que, por sus tatuajes (Moko) o sus artesanías, demuestre una práctica activa de su legado ancestral es muy probable que al cruzar algunas palabras el visitante se decepcione por el nivel de occidentalización de las personas.
Esto no quiere decir que los visitantes no puedan disfrutar de excelentes espectáculos en los principales centros turísticos con música, danzas, comidas típicas y lugares especialmente ambientados como cuando las islas lejos estaban de la tutela británica.
Una propuesta de viaje
A lo largo de mi estadía tuve la suerte y el agrado de visitar casi todos los rincones de Aotearoa (Así llaman los nativos a las islas) y en ocasiones más de una vez, por lo que me gustaría recomendarles algunos destinos que no pueden dejar de conocer. Para que sea más fácil el recorrido, voy a dividirles el itinerario por cada una de las islas.
ISLA DEL NORTE: La primera imagen para el visitante extranjero en la impactante Auckland City, una ciudad moderna y cosmopolita con una arquitectura que se ubica entre Seattle y Tokyo. La limpieza de las calles asombra para una urbe que alberga a casi un millón y medio de habitantes. Algunos lugares que no podes dejar de visitar son: SkyTower (La torre emblema de la ciudad), The Harbour Bridge y el acuario Kelly Tarlton´s. Además es recomendable caminar la ciudad y utilizar el servicio de transporte gratuito que hace un circuito interno uniendo los principales puntos de interés.
Para aquellos amantes del sol y la arena es recomendable visitar Bay of Islands, en el extremo norte de la isla, que cuenta con temperaturas elevadas y agua cálida para disfrutar. Además de formaciones rocosas y cabos para recorrer a bordo de una embarcación.
Algunos kilómetros al sur de Auckland se encuentra Waitomo, una de los lugares más impactantes que me ha tocado conocer. ¿Por qué digo esto? Sin dudas por su principal atracción: “The glow worms caves”. En las profundidades de la tierra un sendero nos lleva a conocer cavernas formadas por roca volcánica que en su interior guardan un río subterráneo. La humedad del espacio se convierte en el albergue ideal para una especie de gusanos que brillan en la oscuridad cuyo color fosforescente, entre verde y blanco, nos transportan a un lugar que se asemeja a la imagen a una noche estrellada de verano pero bajo tierra.
En el corazón de la Isla del Norte se encuentra la maravilla natural de Rotorua. La ciudad de “huevos podridos” (por el aroma a azufre que emerge) nos permite experimentar bien de cerca la tierra en actividad, ya que cuenta con geiser, piletas de aguas termales y fumarolas en grandes cantidades. El grado de actividad es tan alto que es muy frecuente encontrarse con zonas de acceso restringido en parques o espacios públicos, por el alto nivel de actividad que allí ocurre.
Además, Rotorua nos permite conocer bien de cerca la cultura maorí que históricamente ha predominado en la región. Por este motivo existen parques temáticos como el Mitai Maori Experience en donde podrás conocer las costumbres y actividades de estos habitantes, cuyas raíces provienen de la polinesia.
A pocos kilómetros de Rotorua se encuentra Taupo, que posee uno de los lagos más grandes del país. Una pequeña ciudad turística montada a orillas del lago, muy amistosa y que cuenta con una muy buena vida nocturna. Una de sus principales atractivos son las Hukka Falls, una cascada de agua cristalina que desemboca en el lago y que atrae a cientos de visitantes que pueden apreciarla desde una plataforma montada a orillas del lago o puede hacer un paseo en barco para obtener una mirada más de cerca.
Finalmente llegamos a la parte más austral de esta primera etapa del viaje. La ciudad de Wellington, capital del país, es el punto de encuentro para la mayoría de los jóvenes “Kiwis”, como se los conoce informalmente a los neozelandeses. La cantidad de universidades y demás instituciones educativas atraen a la juventud de diferentes rincones del país. A pesar de ser la capital no cuenta con edificios demasiado elevados, a diferencia de Auckland, por lo que geográficamente la ciudad se hace mucho más atractiva y nos permite observar la bahía desde diferentes puntos de la ciudad. Donde hay juventud, por lo general existe una buena movida cultural y nocturna. Wellington cuenta con buenas cantidades de galerías de arte, negocios de música e indumentaria alternativa y por supuesto con night clubs de diferentes temáticas. También se puede disfrutar del museo más moderno e interactivo del país. El Te Papa Museum posee gran variedad de artículos y actividades, muy interesantes para toda la familia. Desde ciencias naturales, con simuladores de terremotos, pasando por artesanías de la ancestral cultura local, personajes históricos de la ciudad y hasta cuenta con exposiciones itinerantes que encuentra en Te Papa un lugar de exhibición para todos los públicos.
Hasta aquí hemos recorrido los principales puntos de interés de la Isla del Norte. Ahora nos quedo la segunda mitad del viaje en el otro archipiélago, que es el más rico en belleza natural y paisajística. Para trasladarnos hacia aquel lugar se puede hacer por vía aérea con Air New Zealand o a través del ferry con la compañía Interislander, que es mucho más económico y en sólo tres horas llegamos a destino. Además, si viajamos con vehículo puede viajar con nosotros hasta el otro extremo del Mar de Tasmania.
ISLA DEL SUR: Si nos trasladamos en Ferry ingresaremos a destino a través de Malborough sounds, una serie de islotes y canales estrechos de gran belleza que impresionarán por la cercanía de la tierra a la embarcación en algunos tramos. Arribamos a Picton, un pequeño poblado cuya vida pasa por el puerto. No hay mucho para hacer allí por lo que podemos emprender viaje directamente. Comenzando a bajar por el lado oeste de la isla la primera parada es Nelson, la primera ciudad de la isla, es recomendable hacer la actividad de Kayaking por la bahía de agua celeste y extensas playas de arena.
Con rumbo al sur pasaremos por grandes cantidades de poblados amistosos, como Murchinson, Greymouth y Hokitika. La belleza de los mismos aparece cuando uno experimenta la vida diaria del lugar, pero podemos seguir la aventura hasta llegar a nuestro primer gran atractivo: Los glaciares Franz Joseph y Fox. De acceso libre y gratuito podemos acercarnos a estas inmensas masas de hielo incrustadas a los pies de la montaña más alta del país, el Monte Cook. Cabe destacar la importancia de esta montaña para la nación, ya que fue allí donde Sir Edmund Hillary, primer hombre en llegar a la cima del Everest, practicó durante meses. Los glaciares forman parte de un parque nacional cuya filosofía, como en los demás espacios públicos, radica en el respeto por parte de los visitantes. Todos deben cuidar el patrimonio y respetar las señalizaciones a los fines de conservar estas maravillas naturales.
Seguimos viaje y nos encontraremos con el principal destino para todos los viajeros, la ciudad de Queenstown. La capital del deporte extremo es sin dudas un punto de interés para los más jóvenes quienes podrán experimentar la adrenalina en sus diferentes expresiones: el vértigo del Bungee Jumping, la velocidad del Jetboating, el trabajo en equipo en el White Water Rafting y las sensaciones que provocan los deportes de nieve en el centro de esquí ubicado a pocos quilómetros de la ciudad. Para aquellos que buscan actividades más relajadas puede acercarse a Arrowtown, un pueblo a pocos km que nació a orillas del río en busca de oro. Aunque también pueden disfrutar la propia ciudad con paseos por la tarde, alquiler de bicicletas, cabalgatas y por supuesto disfrutar de una vista aérea de la ciudad subiendo al complejo Skyline. En la cima podrá disfrutar de una vista privilegiada del lago y la ciudad, pasar por los locales de comida y recuerdos o descender en el ludge, unos pequeños deslizadores que bajan a toda velocidad por un circuito de asfalto y que garantizan diversión.
Dejamos Queenstown y nos dirigimos a una de las maravillas naturales más famosas de esta joya de Oceanía. Los fiordos de Milford son únicos en el mundo, unas formaciones rocosas de gran altura que caen directamente en el mar, conformando unos laberintos acuáticos para recorrer en una embarcación. Además, se puede observar infinidad de cascadas que por efecto de la lluvia se multiplican por cientos y conforman una atracción única en el mundo. Una buena opción es zarpar en un bote por la tarde para pasar la noche en el mismo y desayunar entre los fiordos, con la compañía de delfines y lobos marinos.
Tras vivir la experiencia de los fiordos volvemos a lo urbano y arribamos Dunedin. Esta ciudad de la provincia de Otago es universitaria por excelencia, jóvenes de todo el país y de países asiáticos llegan al “octógono”, por el diseño de sus calles. Entre las principales actividades se puede visitar la universidad local, la cervecería Spights o la fábrica del delicioso chocolate Cadburry con su cascada de chocolate, vertido desde una torre en el interior de la planta. Cerca de Dunedin, en la península, se puede realizar un avistaje de albatrosses y visitar una colonia de pingüinos en su hábitat natural.
En Oamaru, regresando hacia el norte de la isla se encuentran los “Moeraki Bowlders”. Estas últimas son llamativas formaciones rocosas circulares, que se encuentran en la playa y tienen un gran parecido a un meteorito. Todavía no se conoce realmente como llegaron allí, ya que no hay ningún cordón montañoso en los alrededores.
Christchurch, es la ciudad más importante de la isla austral y como toda gran urbe cuenta con varios atractivos es su plaza principal. La catedral que da nombre a la ciudad, un tranvía de época que recorre las calles del centro y centros comerciales son algunas de las actividades más conocidas. Uno de las más interesantes es el International Antartic Centre, que contiene toda la información del continente blanco y emula situaciones que quienes integran las misiones neozelandesas viven a diario. Entre las más llamativas aparece una sala refrigerada que en medio del hielo artificial simula, de manera realista, una tormenta de -30 ° durante medio minuto.
Para cerrar el viaje antes de volver hacia Auckland desde donde despegan los vuelos de regreso al extranjero, se puede pasar una noche en Kaikoura. Este poblado es el más próximo para el avistaje de ballenas, particularmente en época de apareamiento. El tour a bordo de un barco especialmente diseñado nos permite acercarnos a pocos metros de los inmensos mamíferos para experimentar un momento único.
Así concluye este breve repaso por uno de los países más exóticos del planeta, más allá de la inmensa distancia que nos separa recomiendo a todos darse el lujo de visitar Nueva Zelanda en algún momento de su vida ya que la belleza y la aventura están garantizadas.
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