lunes, 8 de octubre de 2012

Cuba, la revolución que no termina (Parte 1)

En todos mis años como Giramundo siempre había soñado con la posibilidad de conocer la isla de Cuba, ese mítico paraíso comunista del Caribe al que uno idealiza en su mente como el lugar perfecto donde todo es más justo y la alegría es lo que predomina, junto con el ron y el humo de tabaco.

Es muy complicado no meterse en la faz política durante este artículo, ya que la isla que gobierna política e ideológicamente hace más de 50 años Fidel Castro Ruz te lleva siempre a poner este aspecto en la balanza. Sólo voy a decirles que tras esos fantásticos 22 días recorriendo toda la isla en automóvil, de norte a sur y de este a oeste, me volví con una fuerte desilusión de cómo tienen que padecer los cubanos a un régimen que no se ha ocupado de renovarse en más de medio siglo. Fui con una romántica idea sobre comunismo y volví casi igualándolo a los horrores del capitalismo en los lugares más pobres de América Latina.

El inicio de un sueño
A mediados del 2007 en una bar y con cerveza de por medio con mi viejo (padre), conversábamos sobre cosas de la vida y entre ellas surgió el tema de los viajes. Cómo coincidimos en nuestra fecha de nacimiento, que mejor regalo de cumpleaños que hacer un viaje juntos como padre / hijo a Cuba, un lugar que siempre nos había llamado la atención a ambos y que no queríamos dejar pasar la oportunidad de conocerla bajo el régimen de gobierno actual.
Fue así que comenzaron los preparativos para el mes de Octubre donde partiríamos hacia el Caribe volando por Copa Airlines, con escala en Panamá City, con destino final La Habana. A través del económico programa Flexy Fly & Drive nos proponíamos conocer toda la isla de punta a punta manejando más de 5000 km en total (Ver mapa Cuba). El Flexy Fly & Drive es un programa que incluye aéreo, alquiler de un vehículo y alojamiento en distintos tipos de hoteles (all inclusive y convencionales) a lo largo de todo el territorio cubano.

Existe un mito de que a cuba hay  que llevar elementos al tipo de jabones, lapiceras, caramelos, etc. ya que no existe posibilidad alguna para sus habitantes de  conseguir estos productos. Desconozco como habrá sido en el pasado, pero en la actualidad existen todo este tipo de cosas en territorio cubano aunque sin dudas son bienes de difícil acceso para algunos ya que, como les comentaré más adelante, no todos tienen el mismo poder adquisitivo.

Tierra a la vista, llegamos a Cuba
Con la misma emoción que habrá sentido Cristóbal Colón al divisar las cristalinas playas de la provincia de Camagüey, al oriente de la isla, nosotros sobrevolábamos ese territorio para aterrizar en aquellas históricas que tanto soñábamos con conocer.

La primera imagen fue un poco impactante, ya que el aeropuerto está repleto de agentes de seguridad de la Policía Revolucionaria de Cuba que están atentos a cada uno de los visitantes que arriban al lugar. Ocasionalmente sacan a alguien de las filas para indagar sobre su origen, a que se dedican y a que se dirigen a Cuba. Vestidos con uniformes color caqui y con una postura inflexible, estos oficiales te brindan la primera imagen de que en Cuba “todo está bajo el control del estado”. Posteriormente, cruzás a través de migraciones donde vuelven a hacerte preguntas y te toman una fotografía en una pequeña cabina que termina de tirar por el suelo la imagen de que ibas a ser recibido entre tambores y mojitos.

Nuestra llegada a la ciudad de La Habana nos dejó impactados, tras atravesar el anillo que rodea a la ciudad, cargado de pobrezas y necesidades, nos adentramos en el barrio del Vedado, dónde pasaríamos nuestra primera noche antes de comenzar nuestro viaje en auto por todo el territorio cubano. Con una pequeña visita a la Habana Vieja, en medio de la lluvia, dimos inicio a la aventura cubana sabiendo que concluiríamos nuestro viaje con 4 días en la capital de aquel país al final del viaje. Ya en la primera noche empezamos a detectar los códigos del lugar para con los turistas: Venta de licor y tabaco de contrabando, mujeres cubanas “amistosas” con los turistas extranjeros, siempre regatear precios y nunca sentarse a tomar o comer algo en el primer lugar a la vista, salir temprano de noche ya que todo cierra muy temprano, etc. Tras tomar algunos mojitos en el Bar Francés de la Habana Vieja esperando que pare la lluvia fuimos a comer unos bifes encebollados en el malecón, al lado del mar, y nos volvimos a descansar para emprender viaje hacia Varadero al día siguiente.

Comenzaba la travesía, nos dirigimos a la agencia AVIS a retirar el Skoda Fabia que nos acompañaría en esta aventura y así salimos con rumbo a Varadero. Las rutas cubanas son muy particulares, y cualquier extranjero se sorprenderá de la cantidad de personas a la vera de la misma que piden que los lleven, esperan el transporte público oficial (camiones rurales similares a los que transportan ganado) o se suben a autos de la década del 60 que sin exagerar pueden llevar hasta 10 personas en su interior. El transporte es uno de los principales problemas del país, con trenes abarrotados y que no llegan a los distintos puntos de la isla. En tanto que el resto de los medios de movilidad se manejan a través de empresas informales o individuos que rentan el espacio en sus vehículos a cambio de un poco de dinero.

No hay problema con subir gente a los vehículos, si es que se les ocurre hacerlo, ya que en Cuba la seguridad de los turistas es parte de la conciencia social de la población. Más allá de que existen puestos de seguridad caminera en todas las rutas los mismos habitantes son conscientes de que el régimen no toleraría un atropello a aquellos que contribuyen a la pata más fuerte de su economía: el Turismo. Si debo advertirles que muchas veces los “hitchhickers” cubanos no tiene un rumbo establecido, es decir pueden llegar hasta Santiago de Cuba en el extremo sur si es que vos te dirigís allá, aunque esa no haya sido la idea original del viaje.

Llegamos al mundialmente famoso Varadero, conocido por sus playas de arena blanca y sus aguas cristalinas. Allí fue nuestro primer escollo en el viaje. Hasta el momento habíamos tomado la primera noche de hotel y el automóvil que un número impreso en un mail que Flexy Fly & Drive había enviado, pero al llegar al Hotel nos exigieron unos vouchers azules que no teníamos. Es importante que tengan en cuenta lo siguiente: en Cuba hay muchas cosas que dependen del estado y por ende existe mucha burocracia en cada uno de los pasos que necesites dar en el país. El Hotel era de una cadena estatal llamada Cubanacan y desconocía completamente la existencia del operador que habíamos contratado, sólo tomando por válido estos misteriosos vouchers azules. Tras muchas llamadas telefónicas y discusiones entre el encargado del hotel y la persona de la agencia (cabe aclarar que eran eternas, como si el reloj no corriera). Finalmente nos avisaron que los vouchers llegarían por correo al día siguiente, por lo que tuvimos que pagar en efectivo la primera noche en el lugar.

En Cuba conviven dos monedas nacionales el peso cubano (de escaso valor adquisitivo y destinado únicamente a los ciudadanos cubanos) y el CUC o cubanos convertibles cuya cotización se asemeja a la del Euro. Los precios en general no son baratos para los turistas en Cuba, sobre todo para los latinoamericanos que no contamos con un presupuesto tan holgado para nuestros viajes.

Tras solucionar el inconveniente nos fuimos almorzar para finalmente poder disfrutar de las playas. El hotel no era un “all inclusive”, lo cual es desde mi punto de vista hace a este viaje mucho más entretenido ya que te obliga a salir a conocer cada lugar y las zonas menos transitadas por extranjeros. Por la noche salimos a caminar para conocer un poco más el pequeño pueblo y disfrutamos de una excelente Paella con mariscos y hasta langosta, para luego dirigirnos al final de la Avenida principal del lugar adonde se llevaba a cabo una fiesta con música en vivo donde los mojitos y los cubas libres circulaban de a cientos. Sin dudas, la música es patrimonio de los cubanos. Tener la oportunidad de observar como bailan salsa es un espectáculo único y que por supuesto nos obliga a escondernos para que a nadie se les ocurra sacarnos a bailar y ponernos en ridículo frente a cientos de “semi profesionales” del baile. Volvimos al hotel y disfrutamos de algún otro cuba libre en el balcón y nos fuimos a descansar ya que al día siguiente continuaba nuestro viaje. 

Al día siguiente debíamos cruzar toda la isla para llegar a la ciudad de Trinidad, ubicada sobre el mar Caribe. Sin embargo antes pasamos por la ciudad de Cienfuegos, conocida como la “perla del sur”, un pintoresco lugar que mezcla un estilo colonial con modernos edificios. Tras recorrer su plaza de armas, sus avenidas y un pequeño mercado local nos detuvimos a almorzar en un restaurant cuya decoración, la música de un piano sonando de fondo y sus patios repletos de vegetación y esculturas, te transportaba automáticamente  a los años 50.

Continuamos en camino hacia uno de los puntos históricos de Cuba, Trinidad un lugar que alojo a los esclavos negros que llagaban desde África. Allí mismo era comercializados en la plaza principal del pueblo para ser llevados por los terratenientes a trabajar en sus plantaciones de azúcar o estancias. Cada piedra, cada mural y cada rostro de la ciudad sin dudas movilizan a los turistas que se acercan al lugar evocando esas atroces épocas en donde abiertamente se trataba a seres humanos como mercancía. En Trinidad nos alojamos en un “all inclusive”, ya con los vouchers en mano, para poder disfrutar de buenas bebidas y comidas ilimitadas junto al mar, aunque personalmente me gustaron mucho más las playas de la costa del atlántico.

Una de las cosas increíbles de Cuba es conversar con su gente, muy culta y amigable, que ocasionalmente se animan a contarte la verdad sobre la situación en que viven y gracias a esto pude llegar a la conclusión de que hay dos formas de vivir una vida digna en Cuba: Trabajando del turismo o siendo miembro del Partido Comunista Cubano, el primero porque el contacto con extranjeros permite recibir muchas propinas y negocios paralelos (como tours informales, venta de mercaderías, etc.) y el segundo por los beneficios políticos que tiene formar parte de una élite partidaria. Así, uno se encuentra con bailarinas o mozos que tienen títulos universitarios en medicina, ingeniería o arte pero que bajo ningún punto de vista podrían vivir de la manera que lo hacen trabajando de sus profesiones.

Otra de las cosas llamativas es el acceso internet. En Cuba por aquel entonces (desconozco como es en 2012) no proliferaban los puntos de conexión Wi-Fi, es decir que había que dirigirse a un cyber café para poder conectarse. El precio por hora era carísimo, algo así como 6 CUC la hora (léase Euros) y además debías completar un formulario con tus datos y número de pasaporte que decían desde que máquina y el horario en que ibas a navegar, algo más para sospechar del extremo control estatal sobre las distintas actividades.

Seguimos en viaje y nuestro itinerario era muy apretado, teníamos planificado solo dos o tres días por ciudad lo que nos llevaba a acelerar nuestro paso. En este sentido les recomiendo tengan mucha precaución, sobre todo al “acelerar”. Las rutas cubanas se encuentran en muy mal estado, transitadas por animales, carretas y gente desplazándose en bicicleta o a pie. A pesar de estar limitada la velocidad máxima, las desoladas carreteras son una tentación para la velocidad hasta que de la nada puede aparecer un cráter de estilo lunar que te acomoda las ideas de una sacudida importante.

Aunque el ritmo de viaje era frenético no perdíamos las ganas de seguir conociendo y fue así que todavía no llegábamos a la mitad del viaje y ya íbamos a conocer un quinto lugar, Playa Santa Lucía en la provincia de Las Tunas. Tal vez una de las más lindas del país, contaba con enormes hoteles sobre la calle principal que corría en paralelo al mar. Volvíamos al modelo “all inclusive”, pero esta vez tratábamos de disfrutar más de sus instalaciones fundamentalmente de la barra ubicada en la playa del hotel. Aquella costa contaba con un imponente muelle que había sido azotado por un tifón años atrás y lo había dejado inutilizable, sin embargo se había transformado en el lugar ideal para hacer snorkel ya que los restos bajo el agua atraían peces de todo tipo que fascinaban a todos los visitantes. Ya a esta altura se veían cada vez menos turistas extranjeros pero sí muchos cubanos, en gran mayoría miembros del PCC (Partido Comunista de Cuba) que reciben unas vacaciones pagas para todo el grupo familiar por apoyar el modelo instaurado por Castro.

En Santa Lucía tuvimos la suerte de conocer a un grupo de cubanos muy amigables con los compartimos muchas conversaciones y momentos. Eduardo, un cubano que vivía en Estados Unidos y que había regresado para visitar a su familia se acerco a preguntáramos de donde éramos y nos presento a todo su grupo de amigos y familiares. Para cualquier viajero le genera una sospecha el exceso de cordialidad desinteresada nos puede generar cierta desconfianza, que fue lo que nos ocurrió en un primer momento. Pero la verdad que este grupo de gente terminó siendo honestos en sus intensiones, solo querían compartir con personas que venían de otras realidades un momento de sus vacaciones.

Tras escuchar la cruda historia de cómo naufrago a los 18 años en balsa hasta Florida pudimos comprender un poco la visión de quien siente que Cuba le ha quitado todo y que sólo vuelve a ese lugar para ver a su familia. Por la noche fuimos invitados a tomar unos tragos a un bar 100% cubano, donde una fiesta con mucha música se llevaba a cabo y destacando las buenas intenciones de nuestros nuevos amigos, al final de la noche dividimos los gastos en forma equitativa.

Todo estaba listo para seguir y ahora nos quedaba por delante los destinos más importante de nuestro viaje: La hermosa playa tropical de Guardalavaca; la revolucionaria ciudad de Santiago de Cuba, donde tomo fuerza el movimiento revolucionario del 26 de Julio tras la toma del cuartel Moncada; Santa Clara, donde descansan los restos de Ernesto “Che” Guevara ícono mundial de la revolución y la juventud; y nuestra estadía en La Habana, la ciudad que sintetiza todo lo vivido durante aquellos días y que ningún viajero debería dejar de conocer.

Mirá aquí la segunda Parte de “Cuba, la revolución que no termina”. ¡Hasta siempre Giramundos! Yo no ando devagar, O minho destino é viajar, Yo no soy de ningun lugar, O giramundo giramundo...

4 comentarios:

  1. Estimado amigo: "O" en geografía. Cuba no está bañada por el océano pacífico. El océano es el atlántico, tanto en el norte como en el sur de la isla. Más allá de que en el norte sea considerado más específicamente "mar caribe". Por lo demás, se te nota muy prejuicioso con los cubanos. Tienes demasiada influencia neoliberal, creo.

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    1. Gracias por la observación Fernando, ya fue corregida en el post... fue un acto fallido en realidad. Al vivir en el extremo sur del continente relacione de manera inadecuada la oposición de mares.

      En cuanto al resto, este blog no es de política. Sinceramente fue mi impresión de Cuba, podés compartirla o no. De ahí a que puedas juzgar mis influencias ideológicas desde tu PC, hay una gran abismo.

      De nuevo, gracias por la observación. Y te invito a seguir visitando Giramundo para conocer más experiencias.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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