

Santiago fue para mí la ciudad más linda de Cuba, es el lugar donde pude conocer la cultura nacional en su versión más pura lejos de los vicios del turismo internacional, o al menos no tan contaminada por los mismos. Es impactante ver sus avenidas con grandes fuentes aguas y mansiones de principios de siglo, totalmente descuidadas y habitadas por muchas familias. Estos indicios dan cuenta de que antes de la revolución este era el principal destino para los norteamericanos adinerados o como lo llamara Castro en su momento “el prostíbulo de los yankees”.


Volviendo a la ciudad, por la calles de Santiago se respira Cuba. Música de salsa en todas las esquinas, mojitos y cubas libres que acompañan las alegres charlas de sus habitantes y un calor agobiante que no parece molestar a quienes ya viven acostumbrados al clima tropical. Caminar por la plaza de armas ubicada en el Parque Céspedes, visitar la casa más antigua de América al otro lado de la calle, caminar por la calle Heredia para detenerse a tomar algo fresco para combatir el calor, son sensaciones imperdibles.

Ya de vuelta en el hotel, nos quedaba disfrutar de nuestra última noche en Santiago donde tras una cena y algunas cervezas, observamos que grandes masas de personas se dirigían calle abajo a una especie de festejo local. Así fue que nos acercamos a la Plaza de la Juventud donde miles de jóvenes disfrutaban de buena música Salsa en vivo, es admirable como todos se comportan con alegría y no se observan disturbios ni peleas de ningún tipo. Y cuando los locales te identifican como extranjero la mayoría te observa o se acerca amistosamente a conversar con uno y preguntarte de venís, como es tu país, como son las mujeres, etc.
Al día siguiente partíamos de vuelta rumbo al norte, no esperaban más de 1000 km en la ruta ya que debíamos llegar a La Habana por la noche, pero antes pasar por la ciudad donde descansas los restos del “Che”, Santa Clara. Tras un largo recorrido en auto, sin aire acondicionado (ya que dejó de funcionar en el medio del viaje), nos adentramos en la famosa ciudad. Imágenes del mítico guerrillero inundan las paredes con mensajes de inspiración, lucha y orgullo nacional. Es que Guevara se transformó en un mártir para Cuba, cuando fue asesinado en la selva boliviana al intentar llevar la revolución más allá de las fronteras tropicales. Para Castro es el ejemplo del Che, el que todos debemos seguir y principalmente los jóvenes.
En primer lugar nos acercamos al museo del tren blindado, aquel cuyo descarrilamiento y derrota por parte la 8ª Columna "Ciro Redondo" del Ejército Rebelde al mando del Che Guevara significó la derrota de Batista y el triunfo en Santa Clara que terminaba de consolidar la revolución del 59´. Tras pasar por el blindado nos dirigimos al lugar más emblemático de Santa Clara, el mausoleo donde descansan los restos del héroe argentino. Una imponente plaza con un enorme monumento, que acompaña la parte trasera del billete de 3 CUC. Pero aquí viene el consejo Giramundo para que ustedes no cometan el mismo error, es que pasamos por Santa Clara un día lunes donde, teniendo en cuenta la gran afluencia de turistas los fines de semana, todo estaba cerrado. Tanto el museo del blindado como el mausoleo, una verdadera decepción pero debimos conformarnos con haber estado allí.
Destino final, La Habana

Ya descansados decidimos no renovar la estadía en el hotel y nos dirigimos a La Habana Vieja (Ver mapa), a un pequeño pero agradable hotel que sería nuestro hogar durante las últimas cuatro jornadas de esta aventura. En su hall tenía una enorme gigantografía de Fidel Castro conversando con Juan Manuel Fangio, quien fuera secuestrado por la revolución en vísperas de un gran premio organizado por Batista. Años más tarde el automovilista reconoció que simpatizaba con Castro y que fue muy bien tratado por los revolucionarios.
La Habana, la capital Cubana es una ciudad mágica que pareciera detenida en el tiempo. Con aquellos enormes autos americanos de la de cada del 50´, viviendas coloniales totalmente descuidadas pero sin dejar de ser pintorescas, hombres y mujeres que mantienen interminables charlas en las plazas de la ciudad. Existen muchas cosas que no se pueden dejar de hacer en la ciudad como tomar un mojito en la mundialmente conocida Bodeguita del Medio donde el escritor Ernest Hemingway pasaba sus tardes cuando no estaba en El Floridita tomando una Daiquirí de limón. Caminar por las calles de La Habana Vieja emociona a cualquier visitante que puede apreciar el armado de puros de manera artesanal, degustar excelente mariscos o adquirir artesanías de diferente tipo para llevarse de recuerdo de estas tierras. Un lugar donde la música y la historia se entremezclan de manera permanente, y la alegría es contagiosa entre los que transitan sus estrechas calles.

Existen además museos con piezas únicas, sobre todo las vinculadas a la revolución cubana y a la época colonial. Es una gran oportunidad poder acercarse al Museo de la Revolución y muy cerca de allí se encuentra la embarcación “Granma” junto a otros artículos bélicos utilizados por las tropas Castristas en la bahía de cochinos durante la defensa a un intento de golpe de estado orquestado por Norteamérica. Otra de los eventos que ningún visitante debe perderse es el cañonazo diario de las 21h en ll Fortaleza de San Carlos de la Cabaña frente al Malecón, que un grupo de actores lo hacen emulando una antigua tradición realizada en la época de la colonia.

Desde mi punto de vista, más allá de los famosos lugares lo más entretenido para un Giramundo es simplemente vivir la vida en otro lugar, conversar con su gente y disfrutar de los pequeños momentos de la vida Cubana. Un desayuno admirando la ciudad, una buena canción tocada con el ritmo del Caribe y que si cerráramos los ojos pareciera el Buena Vista Social Club. Cuba es muy interesante porque es una realidad paralela, muy diferente a la que la mayoría de los habitantes del planeta estamos acostumbrados a vivir. Tal vez no sea ni mejor ni peor, ya que puedo decirles que tiene cosas muy positivas y creo que ni siquiera en Nueva Zelanda me sentí tan seguro como en Cuba pero también pude percibir una opresión terrible sobre un pueblo basando la autoridad del estado en el miedo.
Pero así es Cuba, la Cuba de Castro. Un paraíso comunista, con buen clima, con gente alegre, con playas hermosas y una cultura que todo Latinoamérica debería envidiar. Les recomiendo a todos que si tienen la oportunidad antes de que todo esto cambie, antes de que se convierta en un resort turístico más vacío de ideas y de sentimientos.

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