Habíamos superado la primera etapa del viaje y estábamos listos para dirigirnos a la ciudad más importante del sur de la isla, Santiago de Cuba. Sin embargo, hicimos una breve parada en las hermosas playas de Gaurdalavaca, Holguín. Allí, nos alojamos una noche para disfrutar del último hotel sobre el mar con todas las comodidades. Como les anuncie en la primera parte de este post fue una sorpresa ver la cantidad de cubanos que se alojaban en el hotel con sus familias y es que todos ellos son ciudadanos oficialistas a quienes el estado premia por su lealtad con este tipo de beneficios. Cabe destacar un episodio vivido en Guardalavaca, donde un hombre de unos 50 años se acercó a contarnos la situación en que él y su familia vivían en Cuba. De profesión médico, nos aseguró que era muy difícil vivir en el país, que su salario era muy bajo y que no existía libertad. A los pocos minutos no señaló a una persona de uniforme, que desde un risco observaba atentamente la charla y el mismo nos aseguró: “Ahora cuando me retire, ese oficial me va a interrogar porque estaba conversando con ustedes, de dónde los conozco y me pedirá mis papeles”. Fueron estos episodios los que me permitieron comprender cómo se vivía en Cuba, fuera del turismo.
Dimos por concluida nuestra estadía en playas cubanas para adentrarnos en la vida urbana e histórica de las grandes ciudades que marcaron la historia del lugar. Nuestra primera parada fue Santiago de Cuba, conocida como la ciudad gloriosa y revolucionaria en todo el país donde se gestó el movimiento 26 de julio liderado por Fidel Castro, que junto a Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos arribarían desde México para cambiar la historia de Cuba y marcar un punto de inflexión en el contexto político global.
Santiago fue para mí la ciudad más linda de Cuba, es el lugar donde pude conocer la cultura nacional en su versión más pura lejos de los vicios del turismo internacional, o al menos no tan contaminada por los mismos. Es impactante ver sus avenidas con grandes fuentes aguas y mansiones de principios de siglo, totalmente descuidadas y habitadas por muchas familias. Estos indicios dan cuenta de que antes de la revolución este era el principal destino para los norteamericanos adinerados o como lo llamara Castro en su momento “el prostíbulo de los yankees”.
Las calles de Santiago emanan historia, uno puede admirar el sentimiento y el orgullo de ser cubanos por parte de sus habitantes. Las pequeñas banderitas con los colores negros y rojos (del movimiento 26 de julio) en las puertas de los hogares dan cuenta de que Santiago, es uno de los lugares en donde más se siente como propia la revolución cubana. Es que la ciudad se encuentra muy cerca de la Sierra Maestra, desde donde el comando revolucionario gestó todo el proceso de cambio que de a poco avanzaría por todo el país.
Uno de los lugares emblemáticos de la ciudad es el Cuartel Moncada, ícono del la tortura y las atrocidades del gobierno de Fulgencio Batista a quien Castro derrocaría años más tarde. Este edificio militar tuvo dos hechos que involucraron al líder cubano, el primero de ellos fue un asalto en el año 1953 que sería el inicio del proceso que culminaría con la revolución cubana de 1959. Tras el primer intento fallido, Fidel Castro se entregaría y terminaría en el exilio en México, donde conocería al médico argentino Ernesto “Che” Guevara que todavía hoy es el máximo icono de juventud revolucionaria a nivel mundial. Todos pueden visitar el Cuartel Moncada por algunos CUC´s y conocer documentos, fotografías y hasta uniformes que aún conservan manchas de sangre de los enfrentamientos armados de la época, así como también observar que las paredes aún conservan las marcas de municiones en sus paredes para conmemorar el ataque del movimiento del 26.
Volviendo a la ciudad, por la calles de Santiago se respira Cuba. Música de salsa en todas las esquinas, mojitos y cubas libres que acompañan las alegres charlas de sus habitantes y un calor agobiante que no parece molestar a quienes ya viven acostumbrados al clima tropical. Caminar por la plaza de armas ubicada en el Parque Céspedes, visitar la casa más antigua de América al otro lado de la calle, caminar por la calle Heredia para detenerse a tomar algo fresco para combatir el calor, son sensaciones imperdibles.
En los alrededores de la ciudad existen otros atractivos a pocos minutos en auto. Uno de los más importantes es la Fortaleza del Morro, un castillo construido en lo alto de una montaña sobre el mar con el objetivo de proteger la colonia española de los ataques de distintos corsarios que recorrían los mares en buscas de riquezas. Casi todos los museos o atracciones históricas cobran para ingresar, pero además de esto no debe sorprenderles que los guías del lugar (uniformados e identificados) les pidan una colaboración extra tras brindarles una explicación personalizada.
Ya de vuelta en el hotel, nos quedaba disfrutar de nuestra última noche en Santiago donde tras una cena y algunas cervezas, observamos que grandes masas de personas se dirigían calle abajo a una especie de festejo local. Así fue que nos acercamos a la Plaza de la Juventud donde miles de jóvenes disfrutaban de buena música Salsa en vivo, es admirable como todos se comportan con alegría y no se observan disturbios ni peleas de ningún tipo. Y cuando los locales te identifican como extranjero la mayoría te observa o se acerca amistosamente a conversar con uno y preguntarte de venís, como es tu país, como son las mujeres, etc.
Al día siguiente partíamos de vuelta rumbo al norte, no esperaban más de 1000 km en la ruta ya que debíamos llegar a La Habana por la noche, pero antes pasar por la ciudad donde descansas los restos del “Che”, Santa Clara. Tras un largo recorrido en auto, sin aire acondicionado (ya que dejó de funcionar en el medio del viaje), nos adentramos en la famosa ciudad. Imágenes del mítico guerrillero inundan las paredes con mensajes de inspiración, lucha y orgullo nacional. Es que Guevara se transformó en un mártir para Cuba, cuando fue asesinado en la selva boliviana al intentar llevar la revolución más allá de las fronteras tropicales. Para Castro es el ejemplo del Che, el que todos debemos seguir y principalmente los jóvenes.
En primer lugar nos acercamos al museo del tren blindado, aquel cuyo descarrilamiento y derrota por parte la 8ª Columna "Ciro Redondo" del Ejército Rebelde al mando del Che Guevara significó la derrota de Batista y el triunfo en Santa Clara que terminaba de consolidar la revolución del 59´. Tras pasar por el blindado nos dirigimos al lugar más emblemático de Santa Clara, el mausoleo donde descansan los restos del héroe argentino. Una imponente plaza con un enorme monumento, que acompaña la parte trasera del billete de 3 CUC. Pero aquí viene el consejo Giramundo para que ustedes no cometan el mismo error, es que pasamos por Santa Clara un día lunes donde, teniendo en cuenta la gran afluencia de turistas los fines de semana, todo estaba cerrado. Tanto el museo del blindado como el mausoleo, una verdadera decepción pero debimos conformarnos con haber estado allí.
Destino final, La Habana
Seguimos viaje hacia La Habana ya que teníamos reservada la única noche de hotel, de las 4 que nos quedaban y por aquel entonces no contábamos con un GPS. Les comento que el ingreso en automóvil a La Habana es bastante complicado, las calles no están nominadas de manera clara y los sentidos se entrecruzan desorientando a cualquier conductor. Por suerte, tras un agotador camino, llegamos al hotel en el barrio de Vedado. Lamentablemente no era el de la primera noche en Cuba y el mismo dejaba mucho que desear, desde su personal ofreciendo prostitutas en la recepción hasta la limpieza de la habitación. Decidimos salir a comer, agotados comenzamos a caminar pero no nos percatamos que eran las 22 hs. y en La Habana ya no hay restaurantes a esa hora, por lo que terminamos comiendo un sándwich totalmente sobre tasado. Podemos decir que no fue una noche muy positiva, además pudimos observar una desagradable escena donde militares detuvieron a un grupo de jóvenes por no tener papeles y los llevaron detenidos en un camión sin que estos hubieran hecho nada malo.
Ya descansados decidimos no renovar la estadía en el hotel y nos dirigimos a La Habana Vieja (Ver mapa), a un pequeño pero agradable hotel que sería nuestro hogar durante las últimas cuatro jornadas de esta aventura. En su hall tenía una enorme gigantografía de Fidel Castro conversando con Juan Manuel Fangio, quien fuera secuestrado por la revolución en vísperas de un gran premio organizado por Batista. Años más tarde el automovilista reconoció que simpatizaba con Castro y que fue muy bien tratado por los revolucionarios.
La Habana, la capital Cubana es una ciudad mágica que pareciera detenida en el tiempo. Con aquellos enormes autos americanos de la de cada del 50´, viviendas coloniales totalmente descuidadas pero sin dejar de ser pintorescas, hombres y mujeres que mantienen interminables charlas en las plazas de la ciudad. Existen muchas cosas que no se pueden dejar de hacer en la ciudad como tomar un mojito en la mundialmente conocida Bodeguita del Medio donde el escritor Ernest Hemingway pasaba sus tardes cuando no estaba en El Floridita tomando una Daiquirí de limón. Caminar por las calles de La Habana Vieja emociona a cualquier visitante que puede apreciar el armado de puros de manera artesanal, degustar excelente mariscos o adquirir artesanías de diferente tipo para llevarse de recuerdo de estas tierras. Un lugar donde la música y la historia se entremezclan de manera permanente, y la alegría es contagiosa entre los que transitan sus estrechas calles.
Otras atracciones son un paseo durante el atardecer por el Malecón Habanero para observar a los pescadores en balsas improvisadas mientras tomas una cerveza Bucanero; una caminata por el incomparable cementerio de La Habana que es casi una pequeña ciudad por su tamaño y arquitectura; un recorrido por la Plaza de la Revolución y el Hotel Nacional de Cuba; pasar por la Estación Central de Trenes de La Habana y muchas otras que son los recorridos obligados para cualquier visitante extranjero.
Existen además museos con piezas únicas, sobre todo las vinculadas a la revolución cubana y a la época colonial. Es una gran oportunidad poder acercarse al Museo de la Revolución y muy cerca de allí se encuentra la embarcación “Granma” junto a otros artículos bélicos utilizados por las tropas Castristas en la bahía de cochinos durante la defensa a un intento de golpe de estado orquestado por Norteamérica. Otra de los eventos que ningún visitante debe perderse es el cañonazo diario de las 21h en ll Fortaleza de San Carlos de la Cabaña frente al Malecón, que un grupo de actores lo hacen emulando una antigua tradición realizada en la época de la colonia.
Un consejo útil para La Habana es hacer todo con tiempo y no a las apuradas, con esto quiero decir que los cubanos se toman su tiempo ya sea para atenderte cuando vas a comer o como para darte una indicación, por lo tanto tratar de relajarse ya que en los lugares más concurridos se arman colas para ingresar. Un lugar muy bueno para comer es en la Casa de Zaragoza, frente al Capitolio Nacional, pero les recomiendo ir alrededor de las 19 30 hs. para evitar largas esperas.
Desde mi punto de vista, más allá de los famosos lugares lo más entretenido para un Giramundo es simplemente vivir la vida en otro lugar, conversar con su gente y disfrutar de los pequeños momentos de la vida Cubana. Un desayuno admirando la ciudad, una buena canción tocada con el ritmo del Caribe y que si cerráramos los ojos pareciera el Buena Vista Social Club. Cuba es muy interesante porque es una realidad paralela, muy diferente a la que la mayoría de los habitantes del planeta estamos acostumbrados a vivir. Tal vez no sea ni mejor ni peor, ya que puedo decirles que tiene cosas muy positivas y creo que ni siquiera en Nueva Zelanda me sentí tan seguro como en Cuba pero también pude percibir una opresión terrible sobre un pueblo basando la autoridad del estado en el miedo.
Pero así es Cuba, la Cuba de Castro. Un paraíso comunista, con buen clima, con gente alegre, con playas hermosas y una cultura que todo Latinoamérica debería envidiar. Les recomiendo a todos que si tienen la oportunidad antes de que todo esto cambie, antes de que se convierta en un resort turístico más vacío de ideas y de sentimientos.
Me despido con una pequeña reflexión y es que nadie está en condiciones de juzgar como vive su vida otra nación, pero si a partir de visitarla tiene derecho a sacar sus propios conclusiones y manifestarlas libremente. Espero hayan disfrutado de esta historia, de este viaje que siempre fue una aspiración y que por suerte pude cumplir. Sólo hay que seguir soñando, seguir viajando. Yo no ando devagar, O minho destino é viajar, Yo no soy de ningun lugar, O giramundo giramundo...
¡Mirá la primera parte del viaje haciendo click aquí!
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